Más allá del desenlace de la pelea, la polémica surgió porque desde el rincón del Distinto reclamaban que la caída que terminaría siendo determinante había sido fruto de un rodillazo del ruso que impactó en el rostro del argentino. Si bien las imágenes no avalaban las quejas, sí quedó un manto de duda sobre la razón del derrumbe de Cuenca.

c-sarcuenca-eduardtroyanovsky-pesajeor1
César Cuenca y Eduard Troyanosky en la ceremonia de pesaje previo al duelo

Hasta el momento cumbre, la contienda llevaba una absoluta paridad. Al argentino le había costado entrar en ritmo y por eso Troyanosky contó con la iniciativa en el round inicial. Sin embargo, la producción del chaqueño fue en alza, pero con la amenaza latente del poderío del ruso, que de a poco mostraba de lo que era capaz.

En el quinto round, el ruso sacó el golpe que parecía estar en suspenso desde el inicio y Cuenca lo sintió. Un corte debajo de su ojo izquierdo daba muestra de la potencia de Troyanosky y desde entonces, el dominio del local se acrecentó. Hasta que llegó el momento crucial del combate.

En un cruce de golpes en el que el argentino buscó el clinch, un brusco movimiento del ruso terminó con Cuenca en el piso, las piernas de su rival sobre su cabeza y una acusación de rodillazo en su cabeza que no se pudo percibir. El argentino le comunicó al árbitro David Fields que no podía ver y el estadounidense decidió decretar el nocaut técnico en el sexto round.