Jorge Linares: “Lencho” Parra me causó indignación

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Jorge Linares www.liderendeportes.com

Para nadie es un secreto aquella noche cuando perdí ante el mexicano Juan Carlos Salgado (octubre 2009) fue la peor de mi vida. No solamente quedé mal parado en el mundo pugilístico, en el cual se dedicaron a ponerme los peores calificativos: “Peleador de gimnasio”, “protegido”, “paquete”, en fin, una cantidad de opiniones propias del boxeo; pero la mayor desilusión causada fue ante ustedes los aficionados que más allá de ser nuestro apoyo, entran tanto a nuestras vidas que sufren y gozan por todo. Esa noche fallé. Me sorprendieron y sin poder darles esa sonrisa que merecen. No tengo excusa.

Todo esto lo digo porque me causó indignación ver el desempeño de mi colega Lorenzo “Lencho” Parra el pasado sábado en la Arena Roberto Durán de la Ciudad de Panamá. En un gimnasio que un pueblo honra a uno de sus grandes ídolos, debe ser suficiente motivación para entregarlo todo sobre el cuadrilátero, y aún más, si combates con el mejor gallo del mundo buscando un título mundial.

Por favor no mal interpreten mis palabras. Mi objetivo no es desprestigiar a Parra porque fue ex campeón, se comió la verdes y las maduras, pero la actuación paupérrima ante el panameño Anselmo “Chemito” Moreno no tiene explicación.  Los boxeadores no podemos seguir pensando en el instante sino en el tiempo futuro. No se puede subir a un ring sin hambre y sin deseo; el fanático no lo entiende, lo ve como un pugilista con miedo.

¿Cuál será la razón del por qué se dedicó a no lanzar golpes y defenderse? Lo sabrá Dios y el mismo “Lencho”, pero de verdad no se puede ir a pasear o de rumba, a burlarse de un público, de los organismos, de un país y de los humildes boxeadores que empiezan en este duro camino. Solo por cubrir una necesidad, no se puede ser tan egoísta y es mejor retirarse a tiempo sin burlarse de tanta gente.

El boxeo es una disciplina que no sólo requiere de habilidad y talento, sino de estar en el momento ideal y adecuado. Además de correr con la suerte necesaria para tener un chance, una oportunidad de mejorar tu vida eternamente. Lo digo yo que corrí con esa suerte, la aproveché y desperdicié, pero ahora soy consciente de luchar por llegar a cumplir mis metas y objetivos.

Para cerrar, aprovecho la oportunidad de saludar y compartir mis fuerzas con mi prima Yasiry, quien fue víctima de unos de los peores males que azota nuestro país: el hampa. Le dispararon  un tiro para quitarle su celular. Pero ya está fuera de peligro. Ojalá pronto nos llegue la tranquilidad. La merecemos. Que Dios los bendiga.