Por: Daniel Alonso
Completar la lectura del libro “Monzón, la biografía definitiva”, obra del reputado periodista argentino Carlos Irusta, ha resultado para mí una experiencia enriquecedora.
Como hombre de boxeo y admirador de Monzón, creía conocer lo necesario de la brillante carrera del peleador nacido en Santa Fe, que hizo catorce defensas de su corona y se retiró como monarca universal unificado. Pero al leer esta obra pude percatarme que hacían falta muchas cosas por aprender no solo de Monzón, sino del boxeo argentino en particular.
Todos esos datos se registran en el libro. Es bueno saber que Pascual Pérez fue el primer argentino en ingresar al Salón de la Fama y que los ex campeones mundiales argentinos Miguel Angel Cuello, Martin Coggi y Néstor Hipólito Giovannini son santafesinos al igual que Monzón.
Como por ejemplo que fue el periodista santafesino Julio Cantero, quien bautizó a Monzón con el apodo de “Escopeta” y fue Piri García de “El Gráfico” quien llamó a Nicolino Locche como “El Intocable”.
Que Julio Mocoroa protagonizó con Justo Suarez la pelea más importante de la historia del boxeo argentino, cuando ambos concitaron a unos 40 mil espectadores a la vieja cancha de River Plate.
Que Tito Lectoure rompió todos los contratos que Lazaro Koci había firmado con los boxeadores. “No se puede ser manager y promotor al mismo tiempo. Es ilegal”.
Que Oscar Bonavena debutó como profesional en USA ya que la Federación Argentina le negó la licencia por inconducta como aficionado y que Néstor Giovannini fue el primer campeón mundial argentino de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
Que Jorge Fernández fue el primer argentino en pelear por un título mundial en Las Vegas. Ese hecho ocurrió en 1962 por el título welter contra Emile Griffith.
La primera vez que dos argentinos pelearon por un título mundial fue Victor Galindez vs Jorge Ahumada. Fue en la misma cartilla de Carlos Monzón vs Tony Licata bajo promoción de Don King. A propósito de Víctor Emilio Galindez, fue el primer boxeador en recuperar la corona mundial de los semipesados y el primer argentino en lograr un título en los Estados Unidos.
La pelea de Emile Griffith vs Benny Kid Paret en 1962 fue la primera transmisión de la cadena NBC para todo Estados Unidos. A propósito de Griffith, fue el primero en ganar, en más de una oportunidad, los campeonatos mundiales welter y mediano.
Stanley Christodoulus debutó como árbitro en una pelea de título mundial de Víctor Galindez vs Richie Kates. Curioso para mí fue saber que los famosos actores Alain Delon y Omar Shariff apostaron 5 mil dólares en la pelea de Carlos Monzón vs Rodrigo Valdes. Delon a la mano de Monzón y Shariff a la de Valdes.
Me agradó observar que en las páginas del libro se menciona al panameño Tito Marshall, al que el autor califica como “un boxeador estilista que lo complicó en las dos peleas que realizó con Carlos Monzón”.
Igualmente disfruté ver que aparecieran los nombres de grandes narradores argentinos, como Enrique Macaya Marquez, Ricardo Arias, Osvaldo Caffarelli, Horacio García Blanco, Ulises Barrera, Hernan Santos Nicolini. Al igual que se menciona a Eduardo Oreste Lamazón, nacido en Santa Fe. Ernesto Cherquis Bialo, Emilio Ferés, Julio Ernesto Vila.
Saber que Julio Cortazar estuvo presente en la pelea de Monzón contra “Mantequilla” Nápoles y que en esa pelea, cuando José Sulaiman le pide una muestra de orina a Monzón, éste le entrega un vaso de champán.
De Monzón puedo decir que nunca perdió en el Luna Park. La muerte de Alicia Muñiz abrió una grieta entre quienes admiraban al campeón y quienes repudiaban al hombre, y que por ello Monzón fue declarado persona non grata en Santa Fe.
Me quedo con dos frases que me encantaron. La primera es de Amilcar Brusa, el legendario entrenador de Monzón: “El boxeo es, ante todo, un trabajo artesanal”.
Y la otra, del propio autor de la obra, Carlos Irusta: “Los periodistas son ante todo, grandes consumidores de pequeñeces humanas y, como si fueran médicos de emergencias, contemplan el dolor o el escarnio con una mirada fría, casi distante”.