TOKIO, Japón.- «A los zurdos se les gana con la derecha», había sentenciado Gamaliel Díaz, como revelando la estrategia que se había planeado y que ejecutó casi a la perfección para vencer por puntos (114-112, 114-112 y 115-111) y despojar del campeonato superpluma del Consejo Mundial de Boxeo al japonés Takahiro Aoh.
El de Tacámbaro, Michoacán, prácticamente aplastó al ahora ex campeón del mundo. Su puño diestro se estrelló una y otra vez en el rostro del oriental, manteniendo en todo momento su puño derecho como escudo para que se estrellara la poderosa zurda de Aoh.
Dominó el primer asalto y, aunque menos claro, también se apuntó el segundo después de estremecer a Aoh con poderoso recto derecho.
En el tercer asalto apareció la posibilidad de una tragedia cuando el réferi descontó un punto por un supuesto cabezazo del mexicano que provocó fea herida en la ceja izquierda de Takahiro, herida que por cierto no fue controlada y que para el final del encuentro tiñó de púrpura el rostro del derrotado.
Pero «El Plátano» no desesperó. Desde su esquina, Pepe Morales Jr. y Daniel Domínguez se desgañitaban exigiéndole que no dejara de tirar su jab, que contuviera las embestidas del entonces campeón del mundo y que no olvidara caminar a su lado izquierdo para mantenerse lejos del puño poderoso de su contrincante.
En el séptimo round, el párpado derecho de Aoh empezó a sangrar en lo que pareció ser un topetazo; en ese round, Aoh cayó trompicado en un amarre.
En el octavo, la ceja izquierda de Aoh fue revisada nuevamente por el médico de ring. Las puntuaciones parciales después del cuarto y octavo episodios tenían en ventaja al boxeador foráneo, que a pesar de saberse arriba, no dejó de tirar golpes al ya entonces escandalosamente sangrado rostro de Aoh.
Para el décimo capítulo, la ventaja del mexicano en las tarjetas era ya insuperable. Por eso, después del campanazo final, se inició el festejo. No es que se adivinara ya monarca universal, sino que sabía que no podía haber otro vencedor más que él.
Sobre el enlonado, un emocionado «Plátano» gritaba a todo pulmón «¡Soy nuevo campeón del mundo… cumplí mi sueño!», aún antes de que se anunciaran las puntuaciones en el elegante Tokyo International Forum.
Felices, los integrantes del equipo de Boxeo de Gala saltaban de alegría sobre la blanca lona salpicada toda de sangre y sudor.
¡LOS SUEÑOS SE CUMPLEN!
Conmovido hasta las lágrimas, ahí mismo Gamaliel Díaz se declaró feliz por la conquista. «Los sueños se cumplen cuando perseveras… ¡Soy nuevo campeón del mundo!», repetía y repetía como para convencerse él mismo de que no era un sueño, que lo había logrado.
«Ya sé lo que sienten los grandes. Me preparé a conciencia con mi equipo; no dejé ni un segundo para la flojera y aquí están los resultados», siguió festejando en el vestidor, después de que la afición nipona le reconociera toda su calidad y lo despidió entre aplausos y largas filas de solicitantes de autógrafos.
Rodeado de una nube de reporteros japoneses, en el vestidor recordó que el gimnasio Teiken se tomó una fotografía con un cinturón de campeón del mundo.
«Gracias a todos los que creyeron en mí. Gracias a mi promotor, al ingeniero Fernando Espino. Gracias a mi esposa e hijo», finalizó el mexicano que, después de tres presentaciones, se mantiene invicto en Japón.
«Lo importante no es ganarlo. Ahora, a defenderlo muchas veces», prometió el púgil que se pone como botón de muestra: «¡Los sueños se cumplen!
Y tiene razón también en que «a los zurdos se le gana con la derecha»…