Por Gaspar Ignacio Silveira Malaver
Entre risas serias, Wílbert Uicab dice que es yucateco aunque hay quienes no lo ven así. Muchos lo consideran de Cancún, pues desde sus primeros días de nacido vive allí. Es de Espita, y considera que tener sangre yucateca es una de las razones por las que es boxeador… y no cualquier boxeador.
La historia del «Huracán» Uicab, si la ponemos en la mesa, es como la de muchos que han emigrado a otros lares en busca de mejores oportunidades de vida. El papá de Wílbert, espiteño, trabajaba en Cancún como albañil en una época en la que ir a ese polo turístico era una de las mejores alternativas para tener empleo bien pagado.
Wílbert nació el 2 de julio de 1983 y quince días después su padre decidió llevarse a toda la familia a Cancún. Y allí comenzó la historia de este joven espiteño, anunciado algunas veces como cancunense, pero con sangre yucateca en las venas.
Antes fue lavaplatos en hoteles de lujo en Cancún. Hoy día es campeón plata de peso mosca del Consejo Mundial de Boxeo y su sueño es ser monarca universal. Sabe que nada es fácil, pero igual conoce, pues ya está curtido en esto del pugilismo, que nada se logra fácil. Hay que luchar, sufrir, ir de un lado a otro. Y mirar para atrás algunas veces, tratando de recordar lo vivido para hacerse fuerte cuando llegan los momentos difíciles.
La infancia, cuenta, no fue fácil, menos la juventud. Pero, con ayuda de su familia, en Cancún y en Espita, logró terminar una carrera de técnico por el Conalep y ahora busca con ahínco la corona universal.
Charlamos con él en Villahermosa, en la presentación de la función «Profecía maya». A sus casi 30 años, siente que vive sus mejores días, como persona y como boxeador, y se alista con todo para cruzar guantes el sábado 26 próximo con el panameño Edwin «Pantera» Díaz.
Faltan pocos días para esa pelea, vital en tu carrera. ¿Cómo te encuentras?
Bien, muy contento, de que todo salga dentro de lo planeado en la preparación. Estamos a buen ritmo, llegaremos al cien por ciento si Dios no dice otra cosa.
A tu rival lo conoces, el «Pantera» Díaz?
No, no lo conozco, no lo he visto, pero dicen que viene enrachado, con seis victorias. Pero eso es lo de menos, allí arriba del ring lo vamos a conocer.
¿Edgar Sosa te quita el sueño ahora? ¿Crees que quiera pelear contigo?
Para nada, un rival así es lo que necesito para despuntar, para levantarme. Antes de pensar en ir por el campeonato mundial absoluto espero ganarle a Edgar Sosa. Un triunfo ante él sería lo mejor para mí. Lo hemos platicado con mi promotor. Yo siendo campeón mundial plata y él como numero uno, campeón emérito, podríamos pelear para sacar al retador, una eliminatoria. Es un boxeador más que nada conocido, con bastantes defensas en minimosca cuando fue monarca. Sería una buena pelea si se da el enfrentamiento.
¿La cereza del pastel en una vida que no ha sido nada fácil?
Así es… Todos soñamos con ser campeones cuando estamos metidos en el boxeo. Y pues más si tienes que ir desde abajo siempre en situaciones difíciles.
Háblanos de tus vivencias como persona y boxeador
Desde los 15 días de nacido me fui, me llevaron a Cancún. Mi papá es albañil y nos fuimos a la casa donde vivía mi papá para buscar lo mejor para nosotros. Allí he estado la mayor parte de mi vida. Pasé unas temporadas en Espita, estudié dos años de primaria y uno de secundaria. Voy seguido, allí viven mis abuelitos, mis tíos, tengo amigos. Ya soy casado, tengo tres hijos. Me gusta que mi familia siga en contacto con Espita.
¿Qué es de Wílbert Uicab ahora, como boxeador?
Actualmente estoy de lleno en el boxeo, concentrado totalmente. Los últimos años los he vivido en México, preparándome para mis peleas en el Distrito Federal. Si ves, nací en Espita, crecí en Cancún y ahora soy «chilango» (risas del boxeador). No puedo hacer otra cosa porque estoy concentrado en el boxeo.
¿Y antes de ser boxeador?
Pues antes trabajé duro igual. Estudié alimentos y bebidas en el Conalep, me metí a trabajar de lavaplatos, no tenía buen inglés. Mis inicios fueron en el Hyatt, luego me pasé al Marriot y allí llegué a ayudante de mesero. Estuve tres años hasta que a los 22 ya me encontré una persona, Nachito Sotelo, y me conectó con un notario, Benjamín de la Peña, y me ayudó. Vio que le echaba ganas, pero por el trabajo no se podía. Me pidió que me dedicara y me daba un salario. El notario siempre ha estado conmigo. Luego me uní a Pepe Gómez y me apoyó mucho.
¿Te ves como campeón mundial mosca?
Me siento en el mejor momento de mi carrera. Tengo 27 años, estoy fuerte, con experiencia, ya con 36 peleas y me he enfrentado a todo tipo de rivales. Ahora ya pienso más arriba del ring; si me dan la oportunidad la puedo ganar. Los cuatro campeonatos, en tres he estado de víctima y he ganado. Me han llevado de pichón y he dado la vuelta.
¿Campeón yucateco o campeón de Cancún?
Siempre he dicho que sí, campeón yucateco. Cuando comencé, peleé con Mike Villanueva en el Siglo XXI, pero me presentaron como de Cancún y todos le iban a Mike, al paisano. En Valladolid me tocó pelear e igual. Toda mi carrera la hice en Cancún, pero Yucatán es la tierra que me vio nacer, la llevo en mi sangre. Cancún es mi casa, sí, pero a Yucatán lo tengo en la sangre, por eso soy una buen boxeador, por mi origen yucateco.
¿Y qué hay para más adelante en los planes del «Huracán»?
Regresar a lo que comencé. Estoy enfocado al boxeo, y me gusta mucho lo que estudié, espero que no haya necesidad, pero si se da, vuelvo a los hoteles y restaurantes. De hecho, mi sueño es vivir en Mérida, tener mi casita propia, pasármela muy tranquilo con mi familia, tal vez un negocio, no sé. Pero antes quiero ser campeón mundial.